En una entrevista exclusiva, Roberto Rogel dialogó con el periodista Javier Panzardo, para contar detalles de su gran pasó por Boca Juniors. Al ser consultado sobre su mayor logró como jugador xeneize, el Conejo no dudó en afirmar: “La vuelta Olímpica en la cancha de River en 1969”.
Foto: Javier Panzardo |
Buenos Aires, Argentina.- Roberto Rogel nació el 20/07//1944, en Mendoza. Futbolísticamente, debutó en 1961 en Gimnasia de esa provincia. Luego de su paso por Gimnasia de La Plata, recaló en Boca Juniors, el 19 de diciembre de 1967, en el empate 3-3 en un amistoso ante Hungría.
El Conejo, como es apodado, disputó 446 partidos con el club Xeneize, y anotó 21 tantos. Era un defensor central sólido, muy fuerte en el juego aéreo. Logró tres títulos con la Mitad más uno: Nacional 1969, Nacional 1970 y Copa Argentina en 1969.
Rogel, de 75 años, comentó que en el fútbol pueden cambiar las formas, pero no la esencia. Al tiempo que reconoció que los equipos más generosos, lo que juegan en conjunto, como un equipo sólido y compacto, son los que más frutos tienen y más lejos llegan. Como por ejemplo, Racing, cuando en 1967, le ganó la Copa Intercontinental a Celtic de Escocia.
– ¿Que sintió al vestir la camiseta de Boca Juniors?
– "Era el sueño del pibe, vestir la camiseta de Boca, como las de otros clubes grandes. Cuando uno es pequeño piensa en triunfar y llegar a un equipo grande. Le agradecí a Dios por darme esa oportunidad".
– ¿Soñó con llegar a Boca?
– "No lo soñé. Uno trabaja y ve como va evolucionando. Tuve grandes compañeros, tanto en Gimansia de La Plata como en Boca, los cuales me ayudaron a salir. Debuté a los 18 años en Gimnasia de La Plata, y tenía a Antonio, un volante excepcional que tenía 40 años, Alfredo Rojas, Marinovic. Tuve compañeros que me llevaron de la mano. Eso me resultó mucho más fácil. Uno quería destacarse para salir al ruedo".
– ¿Que puede decir sobre la gran dupla central que conformó con Julio Meléndez?
“Eso se da. Uno puede tener un buen compañero de zaga, o también se puede dar en cualquier línea. Julio venía de Perú, yo de Gimnasia de La Plata. Cuesta concretar ese conocimiento mutuo que tiene que haber. Se dio natural, nos secundamos el uno con el otro.
– ¿Que sensación experimentó al pisar, por primera vez, la Bombonera, como jugador de Boca?
– Fue contra Hungría, en diciembre de 1967, en un amistoso. Era como cuando te toman el exámen final en el colegio. Uno tenía que empezar a dar una imagen acorde a la expectativa que tiene un publico tan apasionado, como el de Boca. Fue un partido parejo, 3-3 salimos. Pude vender una buena imagen. Me subí al primer escalón.
– Si tuviera que definir a Boca en una sola palabra, ¿Cuál sería?
– Único. Boca es único. Viste cuando dicen hay un ventanal que te da un paisaje, es algo único. Boca tiene un ventanal que te da al mundo. Jugando en Boca, trascendés al mundo del fútbol. Hay que prepararse la cabeza y preparar eso a los chicos de las inferiores, porque cuando ganas, todo, esta bien, pero cuando la cosa, no está tan bien, te pueden bajar la caña. Cuando estás expuesto, pasa eso".
– A usted le decían el Conejo. ¿Cómo se originó ese apodo?
– "En Mendoza (lugar donde nació), cuando era chico y cambié la dentadura, los primeros dientes que cambie fueron los de adelante. Eran muy grandes, se notaban mucho. Por eso me quedó Conejo. Allá en Mendoza, me conocen más por Conejo que por mi apellido2.
– ¿Cuál fue su alegría más grande como jugador de Boca?
– "La vuelta Olímpica en la cancha de River, en 1969. Es difícil de explicarlo. Fue como tocar el cielo con las manos. Si ellos ganaban, había un partido desempate. Logramos el empate 2-2, después de ir ganando por 2-0. Nosotros no salimos a especular. La idea de nuestro técnico, Alfredo Di Stéfano, era ser ofensivos. Era un equipo netamente ofensivo. Uno queda en la historia. En la relación con nuestros primos, quedó grabado que salimos campeones en la cancha de ellos. Es una satisfacción enorme".
Por Javier Panzardo | Twitter: @Javier_Panzardo
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