El remero australiano Bobby Pearce lideraba la carrera en los Juegos Olímpicos de Amsterdam 1928, de repente escuchó gritos en la orilla, al mirar vio a una mamá pata con sus crías cruzando justo frente a su bote.
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| Foto: Kiruba Shankar |
Bobby no dudó, frenó su bote, espero a que los patitos llegaran al otro lado de la orilla, por su parte su rival aprovechó la ocasión para pasarlo y parecía que la carrera estaba sentenciada.
Una vez que el agua quedó libre cuando se fueron los patos, Bobby retomó su ritmo con tanta velocidad que alcanzó a su oponente y lo volvió a pasar, finalmente Pearce ganó la carrera después de haberse detenido para crucen tranquilos la mamá pato y sus crías.
A los días siguiente, Bobby Pearce ganó la medalla dorada y en Los Ángeles 1932 volvió a repetir la presea dorada. Entre 1928 - 1935 no hubo nadie que pueda vencerlo.
La historia de Bobby Pearce, un remero que se destacó con grandes logros deportivos y también demostró que se convirtió en campeón mostrando su lado más humano, noble y paternal.
Por Javier Panzardo | Twitter: @Javier_Panzardo

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