Érase una vez en una galaxia paralela, muchas leyendas se reunieron en un lugar que estaba suspendido en el tiempo. Alfredo Di Stéfano, la Saeta Rubia corría por la banda, con un pase milimétrico le pasó la pelota a Johan Cruyff, el de la Naranja Mecánica tiro un caño y asistió a Diego Maradona, el 10 se hamacó para un lado para el otro, que jugadón se mandó el barrilete cósmico. El Diego envío un centro al área y Pelé de cabeza remató al gol. Zidane sonrió mientras giraba con una ruleta y después Ronaldinho lanzó una chilena y convirtió el segundo tanto. Todos celebraron hermanados fusionados en un grito sagrado GOL. Sus rivales eran de color verde y tenían antenas, los palos de los arcos estaban formados por ondas que fueron originadas por platos voladores.
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| Foto: Colgadosporelfutbol |
Luego ingresaron al campo de juego Lionel Messi y Cristiano Ronaldo, dos astros del fútbol mundial. Entre ellos fueron tirando paredes hasta el arco, la pelota tomó una parabola extraña, pegó en los dos futbolistas y se coló en el arco. El árbitro espigado, de barba, con una túnica blanca y con corona, en su tarjeta celestial anotó que el gol había sido marcado por ambos futbolistas, una rareza en el fútbol.
Eran los minutos finales del partido y de a poco los jugadores se empezaron a despedir, primero se fue Garrincha, después Di Stéfano, luego se despidieron Cruyff y Eusebio, al tiempo se marchó Maradona y luego partió Pelé. Todos fueron recibidos en el pedestal del cielo futbolístico.
Messi y Ronaldo se abrazaron, sonrieron, miraron para arriba y con sus manos saludaron hacia el cielo y se hermanaron en un acto fraternal.
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| Foto: Ejes de Comunicación |
Entre ellos no hay diferencias, hablan el mismo idioma futbolístico. Muchas Leyendas fuera de serie perpetuaron un momento histórico que hizo un eco hacia la eternidad.
Por Javier Hernán Panzardo | Twitter: @Javier_Panzardo
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