Siempre despertó la admiración de todos sus colegas. Un tenista aplicado, disciplinado que predicó con el ejemplo. Un deportista con todas las letras, en todo el sentido de la palabra. Ferrer comenzó su carrera profesional como tenista en el 2000, mientras que en 2019, colgó la raqueta y anunció su retiro del tenis.
Registró 734 triunfos, 27 títulos ATP, también conquistó tres veces la Copa Davis: 2008, 2009 y 2011. En la modalidad de dobles, David sumó 77 victorias y dos trofeos. Un jugador completo que se destacó en diversas superficies: arcilla (su especialidad), dura y césped.

Un caballero dentro y fuera de las canchas. Con mucha pasión, resistencia, potencia y agilidad. El nacido en Javea siempre fue flexible y se las ingenió siempre para batallar dentro de la cancha, corría de punta a punta, no daba por perdida ninguna bola, exigía a su rival, hasta poder doblegar sus fuerzas. Un hueso duro de roer, un frontón que devolvió y pasó del otro lado de la red todos los disparos tenisticos que le tiraron. David Ferrer a base de esfuerzo, sacrificio y humildad, pudo ingresar dentro de los corazones de todos los aficionados del tenis.
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